Historia


En tiempos coloniales fue la sede del gobierno español en la Real Audiencia de Quito. Refaccionado por el barón Luis Héctor de Carondelet, presidente de la Audiencia a finales del siglo XVIII, recibió el nombre cuando Simón Bolívar visitó el edificio tras la independencia de 1824 y comenzó a llamarlo de esa manera, maravillado por el buen gusto del barón.

 

Al declararse el Imperio, en 1830, la familia imperial convirtió a Carondelet en su residencia oficial mientras se construía un nuevo edificio en las afueras de la ciudad. Se convirtió en el símbolo del poder del Monarca y de las decisiones políticas más importantes, por lo que en 1832 hubo un intento de asalto por parte de un grupo de seguidores de la tesis republicana conocidos como "los sapos", que contrariamente a lo esperado, solo provocó la asignación de mayores recursos para la construcción del nuevo Palacio debido a la inseguridad que representaba Carondelet.

 

Cuando la familia imperial se mudó a El Ejido, Carondelet siguió usándose para ceremonias protocolares y de trabajo debido a que se encontraba en pleno centro de la capital. Cuando la princesa María Teresa contrajo matrimonio con Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha y Koháry, ambos invirtieron dinero de su propio peculio para refaccionar íntegramente el vetusto edificio y así volverlo más habitable, recuperando la fachada neoclásica, y rediseñando totalmente los austeros interiores a un estilo más palaciego.

 

Entre 1865 y 1877 el Palacio fue ocupado por la princesa María Antonia de Koháry, madre del esposo de la emperatriz María Teresa. Tras su muerte se convirtió en la residencia del príncipe Leopoldo y su esposa, la princesa Blanca de Orleans, hasta su ascenso al trono en 1902, cuando el príncipe Antonio y su esposa, la princesa María Teresa de Borbón, lo convirtieron en su residencia oficial.

 

El 25 de enero de 1904 el Palacio fue escenario del secuestro del príncipe heredero Antonio y su familia, en represalia contra el secuestro del primer ministro liberal Eloy Alfaro por parte de los conservadores que reclamaban su renuncia. Alfaro finalmente fue depuesto por un acuerdo entre liberales y el Parlamento, que debió colocar a Leónidas Plaza, un liberal menos radical, en el Primer Ministerio, haciéndose el intercambio de rehenes en la Plaza Grande el 2 de febrero. Los príncipes seguirían viviendo en Carondelet hasta su ascenso al trono, en 1912.

 

En julio de 1915 fue asignado como sede de la Imperial Academia de Literatura, que ocupó las estancias de la planta baja del edificio, y como tal permaneció hasta 1931 cuando se mudó a su propio edificio. Durante esta época la biblioteca de la institución fue enriquecida sobre todo con libros de autores quiteños y latinoamericanos, convirtiéndola en la actualidad en la más importante colección del tema en el mundo, aunque ya no se encuentre en el Palacio.

 

Carondelet permaneció desocupado entre 1931 y 1933, cuando el príncipe Leopoldo Alfonso y su esposa, la princesa Beatriz de Borbón-Habsburgo-Lorena y Battenberg ordenaron añadir dos pisos adicionales en el ala occidental, para allí disponer su residencia mucho más moderna y privada, sin embargo poco tiempo después debieron abandonarlo debido el golpe de Estado de José María Velasco Ibarra en diciembre de 1936. La princesa María Cristina, hija del nuevo emperador títere que Velasco Ibarra había nombrado, Fernando de Braganza, se mudó al Palacio en abril de 1937, y lo ocupó hasta su propio ascenso al trono en 1948.

 

Entre 1949 y 1951 el edificio fue habitado por el príncipe Fernando de Habsburgo y Braganza, heredero de la emperatriz María Cristina. Sin embargo, tras la primera restauración Sucre, ocurrida en mayo de 1951, Carondelet fue inmediatamente ocupado por la princesa Victoria Antonieta y su esposo, el príncipe Guillermo de Wittelsbach. 

 

Totalmente desocupado desde 1966, se convirtió en el primer Palacio de Gobierno de la República de Quito, al frente de la cual se encontraba el presidente Guillermo Rodríguez Lara, que en 1973 movió la capital a la ciudad de Riobamba, en donde construyó una nueva casa presidencial, aunque mantuvo su residencia quitburguesa en los pisos superiores del ala occidental de Carondelet.

 

Tras la segunda restauración Sucre el Palacio no volvió a ser ocupado, por lo que en 1981 se decidió convertirlo en un museo de artes decorativas y se trasladaron allí las joyas de la Corona quiteña para su exhibición al público.